Lento el día se asoma de su letargo
con la tormenta de ayer.
Revolotean en mi alma las chispas
de las últimas estrellas heladas.
Y tu susurro
me hace señas desde el oleaje del recuerdo
que va indicando mi camino.
La templanza del día
intentará emular tu calidez.
Pero aún busco el refugio
que me ampare del tormento matinal.
Por más que trinen los tiempos
y benteveos.
No me quiero levantar.
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